Glaxo

Hernán Ronsino

Por Mónica Maristain [adaptación de la reseña publicada en SinEmbargo.mx]

 

Hay algo de costumbrismo en la novela Glaxo, del argentino Hernán Ronsino. A él, por supuesto, la caracterización no le gusta, pero eso no quita que si en una historia aparecen un Gordini y un peluquero a domicilio uno no tenga derecho, al menos, de llamarla “neocostumbrista”.

Más allá de las calificaciones genéricas, hablamos de una verdadera joyita de la nueva narrativa del país sudamericano. Una historia que parece pequeña, narrada con cierta torpeza vertiginosa y con frases cortadas que podrían semejar versos escritos en forma furibunda en una servilleta de papel. Pero, como en muchas otras cosas de la vida, las apariencias engañan en torno a esta novela: la historia pequeña se agranda con el transcurrir de las páginas y lo que parecía una prosa casual se vuelve sustanciosa, turbadora.

“Me interesa mucho más el trabajo con el lenguaje que el hecho de transmitir un modo o una costumbre”, dice Ronsino, nacido en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, en 1975. Y la intención queda muy a la vista en esta novela, que se expresa mediante un discurso preciso, algo cortado, ligado por medio de palabras que se repiten en cada capítulo sucesivo y en el que el joven escritor dice haber buscado “un ritmo y en algún sentido un cruce con lo poético”.

Glaxo es la segunda novela de Ronsino y, como los otros títulos de su trilogía de la pampa, está impulsada por el interés en “mostrar la violencia que se organiza en los pequeños pueblos y comunidades y que se expresa mediante un sistema disciplinario que modela los cuerpos”. Para ser aún más claro, explica: “esos sistemas en medio de los cuales un pequeño chispazo desata una tragedia".

A partir del relato de cuatro personajes –situados en diferentes momentos históricos entre 1959 y 1984–, Ronsino explora los límites de la traición, los arbitrios del poder y las fronteras morales que se expanden en medio de una atmósfera pesada y morosa, donde parece que no pasa nada hasta que se hace presente, precisamente, la tragedia.

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